Tratamiento de la dermatitis atópica

La dermatitis atópica consiste en una inflamación y enrojecimiento de zonas muy concretas de la piel y, aunque no distingue edades, suele presentarse con mayor profusión en niños.

Conocida popularmente como eccema, solemos confundirla y, aunque ciertamente se trata de una reacción cutánea, no tiene por qué responder a factores externos. De hecho, suele deberse a una conjunción de agentes ambientales y del propio organismo del paciente.

La sintomatología consiste en una sensación molesta de profundo picor, acompañado de una descamación considerable que suele agravarse hasta el enrojecimiento y, llevado al extremo, a la aparición de heridas y costras.

Aunque su incidencia no presenta una franja de edades concreta, suele presentarse con mayor frecuencia en niños, especialmente aquellos con antecedentes propios o familiares de asma, rinitis u otras enfermedades de las denominadas "atópicas". Sin embargo, mientras que en los bebés es un problema que suele desaparecer a los 36 meses de edad, en los adultos se convierte fácilmente en crónico.

Su tratamiento no es fácil, debido al alto grado de desconocimiento existente sobre su origen o mecanismo desencadenante. El alivio de sus síntomas, especialmente de la picazón, depende de gran medida de una correcta hidratación de la piel, así como reducir en lo posible la cantidad de jabón a la hora de ducharse y evitar la sudoración continuada, que agrava los síntomas y el nivel de irritación de la zona afectada.

Habitualmente es tratada con cremas esteroides con la intención de utilizar su acción antiinflamatoria, pero la eficacia no es mayor que el aloe vera, por ejemplo, elemento natural que además no aporta efectos secundarios no deseados.